Recordamos a Ricardo y a Jhonaykel, explicamos cómo ocurrieron los hechos, cómo han operado los mecanismos de impunidad en estos 5 años y exigimos justicia. Guiados por nuestra compa Marisol, realizamos una celebración religiosa, desde la tradición de la Teología de la Liberación.

 

Con Heidy, la principal protagonista de esta lucha, estuvo su familia, sus vecinos, gente de la Comuna de su barrio, el profe de Beisbol de Ricardo (que le dio clases desde que tenía 4 años hasta que lo asesinaron, de 13), compañeros del beisbol y militantes de organizaciones del movimiento popular: la Corriente Revolucionaria David Hernández Oduber (CREDAHO), TatuyTV, Comité por la Libertad de lxs Trabajadorxs Presxs y la Cooperativa Unidos San Agustín Convive.

 

La próxima semana, luego de 5 años de lucha, esperamos la sentencia por parte de la jueza del tribunal 32 de juicio. El castigo a los culpables, que esperamos sea ejemplar, no detendrá la lucha. Acercarse a una reparación (imposible plena, porque no van a devolver la vida de los muchachos ni eliminar el dolor vivido) implica reparaciones culturales y modificación de las condiciones estructurales que posibilitaron que esos hechos ocurrieran.

 

Ese año (2018) más de 5000 jóvenes fueron asesinados por la policía en Venezuela (según las cifras oficiales del CICPC sobre el delito “Resistencia a la autoridad), lo que claramente expresaba un comportamiento sistemático y deliberado, que implicaba una política pública. La lucha de Heidy no es solo por la justicia en el caso del asesinato de su hijo y de su sobrino, es también para evitar el dolor a otras madres y modificar estructuralmente el comportamiento clasista y asesino de la policía en Venezuela.