En los últimos días, la lucha nuevamente ha dado sus frutos. La liberación de cientos de personas detenidas injustamente tras las manifestaciones de julio es una victoria parcial que resuena con fuerza, especialmente para las madres que, con valentía y determinación, alzaron su voz en medio de la injusticia.

Tras las elecciones del 28 de julio en las que el CNE anunció, pero no logró demostrar que Nicolás Maduro ganó la presidencia, una ola de protestas recorrió el país, expresando indignación y rechazo al anuncio oficial, especialmente en los sectores populares. En el marco de estas movilizaciones, más de dos mil personas fueron privadas de su libertad, sin orden judicial y la mayoría de ellas sin estar cometiendo ningún delito. Han sido sometidas a procesos judiciales sin garantías, trasladadas a centros penitenciarios distantes de sus lugares de residencia y de sus redes de afectos, y sometidas a condiciones de reclusión inhumanas. La muerte bajo custodia policial de Jesús Manuel Martínez Medina, un testigo de mesa detenido sin haber cometido ningún delito, es un trágico recordatorio de la gravedad de la situación en los centros de detención preventiva.

Frente a esta ola de represión, un grupo de madres se unió, decididas a exigir justicia para sus hijas e hijos. A pesar del miedo y las amenazas, no se amilanaron. Su lucha se convirtió en un símbolo de resistencia, inspirando a mujeres de todo el país a organizarse y luchar por la libertad de sus familiares.

Gracias a su incansable labor, a las movilizaciones, a las acciones legales y a la presión ejercida sobre las autoridades, se está logrando la liberación de cientos de personas. Sin embargo, el camino aún es largo. El Estado no reconoce su error liberándolos plenamente, sino que les otorga unas medidas cautelares dejándolos en libertad mientras los sigue juzgando. Adicionalmente, centenares de otras personas siguen detenidas injustamente y es necesario continuar la lucha hasta lograr la libertad de todas ellas.

Desde Surgentes hacemos un llamado para seguir organizándonos, movilizándonos y exigiendo el respeto y garantía a los derechos humanos. Cada liberación es una victoria, pero no podemos descansar hasta que todas las familias estén reunidas.

¡Lucha como una madre!